Según Eduardo Milán un poema no se comienza nunca, únicamente se sigue.
El viernes ovillamos los últimos versos del poema común, tejido a lo largo de las noches poéticas de este año.
Sentir que pasa el tiempo y cobijarse en él. Tejer la urdimbre de los afectos. No hay dos lecturas iguales en la ceremonia de ese silencio que se entrega a la palabra desnuda.
¿Quién crearía nuevos hilos sin la ayuda de la poesía y la música?
Seguiremos trenzando nuevos tapices de letras y ritmos. Raíces, ecos y resonancias. Impulsar lo que pugna por nacer para dar esplendor a lo vivo.
Gracias al público que nos arropó.