Zuera Escena 2022 – El Lazarillo de Tormes

EL BRUJO – EL LAZARILLO DE TORMES

Todo suma en este espectáculo emblemático: desde el inoportuno sonido de un móvil hasta la vuelta tardía a su asiento de alguien que ha salido de la sala. Está conectado con la existencia que únicamente ocurre en presente.

El texto, adaptado por el gran Fernando Fernán Gómez, encarna la picaresca y sagacidad del personaje de manera divertida e inteligente, en una historia que sin perder de vista la trama original, enlaza los temas de actualidad y el Siglo de Oro en varias escenas imprescindibles como las del ciego y el avaro religioso.

Nos explica Rafael Álvarez que el suyo es un teatro hacia lo pobre, según Grotowski la actuación es un vehículo, un camino para descubrir la vida. No hay contradicción entre la técnica interior y el artificio. Varias velas y un mínimo atrezzo componen la escenografía escasa y desbordante en imaginación; allí la voz humana busca al cuerpo como su lugar de resonancia.

Sobre las tablas hay un actor y dos personajes que nos conmueven y divierten a partes iguales: El Lazarillo relata sus peripecias  y El Brujo, entre pausas y un sutil sentido del humor, entra y sale del personaje con destreza para hablar directamente con el público y realizar su denuncia social además de mostrar su relación con algunos aspectos teatrales y filosóficos del vivir.

Si el hambre agudiza el ingenio, la interpretación de El Brujo nos brinda un trozo de pan, una comunión con el público, una transmisión energética que trasciende el propio hecho teatral. Vemos a un actor en primera persona con su verdadera capacidad creadora trenzando hilos universales  con cada espectador: ¿dónde comienzas tú, dónde termino yo, dónde comienzo?

Nos encandila acabando de relatar una experiencia con estas palabras: ”Donde mira el público nace una estrella”, y él talla un cosmos en la garganta para la risa, el llanto o la palabra que cada vez resuena más precisa: libertad.

Partimos de un clásico que ha de vivir y ha de encarar a las personas de cada época;   y llegamos a ver algo, en esta representación, que no hemos visto antes y sentimos ese inmenso privilegio.

Alejarnos del ciego junto al mozo que nos vive “… el mozo de un ciego, un punto ha de saber mas que el Diablo…” al cruzar la calle, porque ahí, en el centro del vacío, hay una fiesta que celebrar.

“Vivid el aquí y ahora. Vivid sin miedo. Vivid.”

Así lo haremos, maestro.

Infinitas gracias, Vuestra Merced.

Mar Blanco
Concejala de Cultura

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