Cascai Teatre
Invocar la alegría es un riesgo y para salir ilesos de este atrevimiento es necesaria una buena dosis de inteligencia, además de oficio. Así ocurre en esta propuesta, que parte del clown, donde subyace un abisal conocimiento del universo shakesperiano traído a un tiempo presente.
Marcel Tomás, a modo de “bufón de corte”, y su contrafigura Toni Escribano son atletas del lenguaje no verbal, mantienen el ritmo de la acción dramática con su gestualidad, expresiones y trances, a la vez que nos pasean por la condición humana a lo largo de los más emblemáticos personajes y diálogos del dramaturgo inglés. Derrochan pasión mostrando los eternos conflictos que nos hablan de nosotros. El tiempo y sus pausas, en aparente desorden, están perfectamente estructurados. Nada es azar, aunque nos permitan una mirada diferente sobre las situaciones, ni la divertida interacción con el público ni la fina crítica que atraviesa varias escenas, sin embargo todo es único e irrepetible.
Con gran desenvoltura nos trasladan a la risa. Y nos seduce: es catártica, subversiva, acaba con el miedo y ahuyenta los negros dragones de la soledad; su eco junto a otros ecos retornan como música que extingue lo tenebroso en sus innumerables intentos fracasados de penumbra. Su certeza es como el sándalo en ofrenda: un memorial que perdura. ¿Por qué resquebraja muros emocionales? Como en la vida, no todo puede ser explicado por completo. Celebramos la risa, sus texturas y secretos profundos. Y entonces ocurre el milagro. A Cascai Teatre le debemos esos minutos rescatados para la dicha.
En el Teatro Reina Sofía, convertido el sábado en incomparable templo del humor, se recrea un imaginario que salva, alienta, reconforta. Reír o no reír, esa es la cuestión dice la Compañía. Simultáneamente es aprender a existir.
En “Un tal Shakespeare” hallarás nuevas tierras, nuevos mares surcando las palabras, como quien practica el boca a boca con la intención de que el ahogado vuelva a respirar. Ese vaivén que resuena y nos transforma.
Bien está lo que bien acaba.
Mar Blanco
Concejala de Cultura